Tenemos una red de seguridad.

Las sociedades europeas se han dotado de una red de seguridad: el estado de bienestar.

Se trata de un modelo de sociedad en el que la función pública interviene para mejorar las condiciones de vida de la población y busca una distribución más equilibrada de recursos a lo largo de las distintas edades de nuestra vida.

Este modelo garantiza el acceso de las personas a servicios de salud y educación, ofrece prestaciones por desempleo, pensiones de jubilación, viudedad, invalidez u orfandad y presta cuidados de larga duración, entre otros.

El estado de bienestar se mantiene mediante los ingresos públicos, que en algunos modelos se nutren fundamentalmente de las cotizaciones laborales (por ejemplo, en España) y en otros, en mayor medida, a través de impuestos, como es el caso de los países nórdicos.

Dado que los estados de bienestar se diseñaron en un momento en el que las sociedades eran jóvenes, ahora hay que adaptarlos a las sociedades que ya no lo son.

Esto no quiere decir que no sean sostenibles, sino que, como sociedad, hemos de decidir si queremos asumir el coste de su reforma o si, por el contrario, preferimos asumir el quedarnos sin red de seguridad.