¿Solos o acompañados?
La disminución de la red social asociada a las pérdidas (viudedad, muerte de amigos y familiares) y la falta de apoyo social producen un sentimiento de aislamiento y soledad.
Estas afecciones están asociadas a diversos aspectos de la salud física y mental, como síntomas depresivos, problemas de sueño, reducción en la actividad física, peor salud mental y cognición, alteración de la inmunidad, bajo bienestar o mayor riesgo de desarrollar demencia y enfermedad de Alzheimer.
La participación es
poner en valor un
capital humano
que debe ser
aprovechado y
potenciado a favor
del conjunto de
la sociedad
El sentimiento de soledad afecta al sistema cardiovascular. Las personas aisladas se sienten inseguras y esto provoca que la presión sanguínea se eleve y se incremente el nivel de cortisol, hormona que moviliza los recursos energéticos y aumenta la respuesta a los estímulos, lo que implica un gran desgaste para el cuerpo.
Las personas que se sienten solas tienen más activación de genes implicados en procesos inflamatorios, arterioesclerosis, ictus o diabetes.
La participación de los mayores en la vida cívica, social y familiar se relaciona con diferentes variables de salud percibida y bienestar.