Fragilidad y deterioro físico.
El síndrome de fragilidad se manifiesta con una disminución de la masa magra, fuerza muscular, resistencia, velocidad de la marcha, así como de la actividad física. El incremento de esta fragilidad contribuye al aumento de la incidencia de caídas y al riesgo de discapacidad, institucionalización y muerte.
Las principales marcas distintivas de la fragilidad son:
Pérdida de fuerza de la
presión palmar.
Sensación de
extenuación.
Pérdida de peso
no voluntaria.
Menor actividad física vinculada a una menor disponibilidad de energía y fuerza muscular.
Pérdida de la velocidad de la marcha.
Se identifican cuatro fases en la trayectoria del deterioro funcional:

Adulto mayor robusto.
Sin prácticamente trastornos, autónomo funcionalmente, sin deterioro cognitivo.

Prefrágil.
Con algún trastorno, velocidad de la marcha enlentecida y posiblemente con algún problema cognitivo.

Frágil.
Con mayor número de trastornos, frecuente la presencia de diabetes, deterioro cognitivo leve, alteraciones afectivas, puede haber pérdida de independencia para algunas actividades cotidianas.

Dependiente.
Deterioro cognitivo moderado-grave con gran carga de patologías crónicas y necesidad de otras personas para desarrollar actividades de la vida diaria.